En la región de la Rioja Alta, en las estribaciones de la Sierra de la Demanda, se alza en la orilla norte del Río Cárdenas el conjunto semirrupestre de San Millán de Suso (de “arriba”). Esta construcción aprovecha la fachada de un macizo arenisco para tallar en ella varias cuevas y para adosar a la misma toda la estructura de la iglesia (L 18, A 11 m), factor que justifica la falta de orientación canónica de Suso, así como su inusual distribución espacial. La covacha más oriental está precedida por dos espacios cuadrados intercomunicados por un arco de herradura y cubiertos cada uno por una bóveda esquifada en toba sobre ocho nervios de medio punto en caliza tobácea de destacada altura (ca. 9 m). Estos dos espacios cuadrados se abren en su lado oeste a dos naves paralelas que discurren hacia Occidente y que se separan por una única arquería sobre grandes columnas, articulada en dos niveles, con tres arcos de herradura en la parte baja, con el central de mayor luz que los laterales, y con seis arcos de medio punto en la superior. Las dos naves se cubren con una techumbre de madera. A la altura de la cuarta columna, las naves quiebran en sentido noroeste, siguiendo la fachada rupestre. Este tramo occidental se cubre, a diferencia del anterior, con unas bóvedas de cañones reconstruidas en las restauraciones de los años 40 del pasado siglo por F. Iñiguez, de acuerdo con un arranque conservado en la esquina sureste de la nave meridional.
Análisis
El análisis arqueológico de la iglesia distingue varias obras, dos de ellas altomedievales y una tercera plenomedieval (Caballero 2004). El primer edificio se relaciona con la primera covacha tallada en la roca, se alza en sillería arenisca dispuesta a soga, tallada a cincel y trabada con mortero. Coincide en planta con el espacio nordeste del edificio actual, hasta la jamba meridional del vano este del sur. Hacia el Oeste, se extendería posiblemente hasta el pilar que marca la desviación de la iglesia hacia el Norte. Este primer edificio puede ser visigodo, si se considera que surge en relación al sepulcro del eremita San Millán (finales del siglo VI), o de época temprana altomedieval, a juzgar por su técnica edilicia.
El segundo edificio, ya propiamente altomedieval, es a su vez el producto de tres momentos. Una primera obra se organiza en dos espacios orientales cubiertos con bóvedas esquifadas, un aula dividida en dos naves por una arquería de dos columnas centrales y dos pilares cruciformes compuestos (pilar y columna) en los extremos, abierta también a las estancias rupestres, y dos habitaciones adosadas a oriente, todo ello en sillería caliza tallada con azuela. Esta obra sufre un incendio intencionado en un segundo momento, hecho que se puede relacionar con el documentado en las fuentes escritas y atribuido a las razzias de Almanzor (año 1002). En su restauración, se reponen las columnas de la arquería, abriéndose un vano oriental en la cabecera sur y añadiéndose un pórtico sur paralelo al aula. El pórtico cobijó posteriormente siete sepulcros, conocidos como los de los Siete Infantes de Lara, destacando uno de ellos por reutilizar un sarcófago del siglo IV, atribuido al taller de Bureba. De la decoración del edificio altomedieval, solo se conservan los modillones de rollo que sujetan los aleros de caliza que sostienen las cubiertas, únicos por presentar una aleta medial sin paralelo conocido (Villa 2017); los capiteles de estuco del interior; y las dos parejas de capiteles de pencas que soportan el arco de herradura meridional que da acceso a las naves. Estos últimos se labran en alabastro blanco y presentan motivos vegetales y animales de clara influencia meridional. Después del incendio de inicios del XI, sus soportes fueron restaurados con un alma de madera cubierta con estuco.
Ya a principios del siglo XI, tendría lugar la ampliación de la iglesia hacia el Oeste con la adición de tres nuevos tramos de aula posiblemente abovedados.
Ficha técnica
ENTIDAD FINANCIADORA
Instituto del Patrimonio Histórico Español (MECD)
PROYECTO
La iglesia de San Millán de la Cogolla de Suso (La Rioja). Lectura de paramentos (2002)
EQUIPO
Fernando Arce (CCHS-CSIC)
Rebeca Blanco (IEG, CSIC)
Luis Caballero (IH, CSIC)
Ander de la Fuente (UPV-EHU)
José I. Murillo (UpO)
Mario Núñez (Investigador Independiente)
M.ª Ángeles Utrero (IH, CSIC)
Valoración Histórica
Los respectivos documentos de consagración por parte de García Sánchez I, primer monarca del Reino de Nájera, y su madre la reina Toda y de dedicación del monasterio de San Millán de Suso situan la obra altomedieval entre ambos momentos (959-984). Su fundación en la línea fronteriza con el vecino Condado de Castilla es una clara declaración de intenciones por parte de la casa najerense de marcar el territorio bajo su gobernanza. Su ampliación por Sancho III el Mayor revela su importancia posterior, manteniéndose como un centro económico y cultural acompañado de la fundación de Yuso (de “abajo”) en el mismo siglo XI.
Su estructura arquitectónica es singular en forma, al adaptarse a un macizo rocoso que marca su génesis desde el inicio y su desarrollo posterior, y estructura, con las únicas bóvedas esquifadas conservadas, las cuales permiten cubrir espacios cuadrados sin emplear elementos de transición. La presencia de talleres andalusíes se refleja no solo en el uso de estas bóvedas, también en la forma y decoración de los capiteles de entrada y, por supuesto, en los objetos de marfil elaborados en el taller de Suso.
Aunque restaurada en varias ocasiones para mejorar su estabilidad estructural amenazada por su unión con el propio macizo, las reformas de Suso han respetado sus formas constructivas (como muestra la reconstrucción de las bóvedas del siglo XI).
Bibliografía Específica
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